Los árbitros de partidos internacionales deben pasar por un proceso de selección riguroso. La FIFA y las confederaciones evalúan su desempeño en sus ligas nacionales y en torneos internacionales menores antes de asignarles partidos de alto nivel. Además, deben superar pruebas físicas y teóricas que garantizan su capacidad para arbitrar en la élite del fútbol.